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Revista Taller de Letras
Facultad de Letras, UC, Santiago de Chile
2 semestre de 2008 (No 43)

“Quince” de David Rosenmann-Taub

Pontificia Universidad Católica de Chile

por Paula Miranda

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En Quince Autocomentarios, el poeta chileno David Rosenmann-Taub, además de entregarnos siete poemas inéditos y una mini-antología de ocho poemas ya publicados, desentraña texto por texto las significaciones fundamentales de quince de sus escritos: siete son inéditos, siete pertenecen a su último libro Auge y un poema corresponde a su primer libro, el de 1949, Cortejo y Epinicio. Una partitura acompaña cada texto, la que marca los tiempos silábicos de cada verso. La lectura adecuada a esos tiempos, es además presentada con la voz del propio autor en un CD que reproduce sus sonidos. La interpretación que se hace de cada texto y de las relaciones que ellos guardan entre sí, no se reduce a entregar una única clave poética o estética a través de la cual ingresar a esta poesía. Más que reducir la lectura a lecturas monolíticas, el autor ofrece una vía múltiple e inagotable para acceder a los poemas.

Leer un texto así implica en primer lugar enfrentarse a un libro que contiene quince poemas seleccionados por el autor, en una suerte de antología personal que exige releer sus libros anteriores, esta vez acompañados de la mano del propio autor, con sus iluminaciones y estallidos, y también con sus ambigüedades intencionadas. Frente a la persistencia de la recepción crítica de etiquetar la poesía de Rosenmann-Taub como hermética, el poeta nos ofrece estos autocomentarios como posible respuesta.

De lo hermético abriéndose hablan estos comentarios poéticos de Rosenmann-Taub. No es el poeta explicándose a sí mismo (como querían los fenomenólogos alemanes), sino el poeta explicando sus palabras, unas pletóricas de significaciones, ritmos y visiones. Aquí, como dice el comentario de “Rapsodia”: “el poema interroga al poeta”. Por eso en el “Prefacio” el poeta-autor se queda atrás, en el sótano, y es sólo DON QUINCE (así llamado) quien puede estar a la altura de DOÑA POSTERIDAD. Estos dos personajes construidos en el Prefacio, hacen que Don “Libro” sea el que se sobreponga a las avideces humanas y pueda enfrentar mejor el futuro.

De cada uno de los quince poemas escogidos, su CREADOR, bajo una mirada interna y rigurosa, poética, plástica y musical — haciendo gala de su condición de poeta culto y cultor de otros oficios, como son la música y el dibujo —, expande y amplía sus sentidos, entrega distintos niveles de lectura, señala sus intersticios, sus étimos, sus ritmos, sus correspondencias, la duración que debe tener cada sílaba, cada palabra, cada acento.

Para la revelación de sus poemas entonces, Rosenmann-Taub entrega significaciones globales, análisis filosóficos, fonéticos, de imágenes, acentuales, semánticos, témporo-verbales, de derivación, etimológicos, literales (sentido de la letra E, por ejemplo, en MEQUETRES), análisis de descomposición y recomposición. Mirada cubista sobre poemas que tienen algo de cubismo, todo en una atmósfera lúdica y a veces irónica, de gran libertad y creatividad interpretativas, pero a la vez de gran apego y fidelidad al poema original. Algo tienen estos poemas y sus comentarios del creacionismo huidobriano, algo en el espíritu y el aliento, una singular manera de sugerir y hacer surgir. Difícil ejercicio. No existen labores críticas ni poéticas en esta línea, al menos no en la trayectoria de la poesía moderna chilena. Hay artes poéticas y manifiestos por doquier, pero no esto. Algo hay en las Notas a Tala de Gabriela Mistral. Pequeñas explicaciones para esa materia alucinada que era para ella la poesía.

Leer un comentario de Quince es leer, claro está, un segundo poema, ahora revisitado en toda su potente significación. Claro, porque tanto para el poeta como para el buen lector de poesía (ambos poetas pensaba Bachelard) no basta el diccionario ni la recomposición de la desviación, ambos deberán estirar las palabras y los versos hacia todos los sentidos posibles, escudriñando allí el verdadero sentido de ellas y estableciendo sus correspondencias y múltiples señas. Ambos deberán preguntarse, abrir las palabras y las frases, sin restringirlas, multisignificándolas. La tarea consiste en presionar el significante para que éste emane todas sus posibilidades de significación.

Y como la poesía se realiza en cada poema de manera singular, como cada poema inaugura una nueva forma (según lo entendió Paz), entonces también el análisis es diverso en cada uno de los ejercicios analíticos. Cada análisis es específico, único, inaugural. En dos niveles habrá que leer “Schabat”, ese poema con más de sesenta años de vida, el nivel materno y el nivel de Cristo, ambos niveles sacralizados. Y en dos niveles también habrá que leer “Medallón”, ese violento poema conversación entre el comandante y el cabo, ambos niveles secularizados.

Una gran preocupación atraviesa y unifica estos quince poemas y sus comentarios: el problema del tiempo y el espacio. El poema funciona como la memoria, sólo ella permite otorgarle sentido a los acontecimientos, cargando las acciones y las situaciones de temporalidad, de un yo transcurriendo, dotando de sentido la existencia. Su poesía está hecha fundamentalmente de tiempo y precisamente de tiempo están hechos cada uno de estos poemas, tempo musical, pulso interior. De ahí la obsesión del hermeneuta por precisar siempre el lugar temporal en el que transcurre o se enuncia cada poema, enfrentándose en algunas ocasiones antitéticamente al no-tiempo. Algo parecido ocurre con el espacio, esto hace que el “multiverso” atraviese varios momentos en Quince. La palabra “multiverso” no se agota en la matriz científica de los universos paralelos, el “multiverso” aquí es plurívoco: es fundamento del ser, es “voz del yo”, es eje temporal, es coordenada del habitar. El multiverso remite a lugares del espacio feliz. El multiverso permite reunir seres del existir feliz: la madre, la abuela Nicolasa, la “omnimadre”, la “nocheabuela”. Incluso en el poema “Nicho”, el sepulcro de la madre muerta, se convierte a través del conjuro de la palabra multiverso en “mi nido, me anichas, me anidas”. Pero el ejercicio hermenéutico no se agota en la revisión de un poema o de varios atravesados por una misma preocupación, sino que además se establece la relación entre los quince poemas. Es más, en las últimas treinta y cuatro páginas del libro, se agregan las “Notas”, las que permiten poner en relación cada uno de los párrafos de los comentarios con párrafos de comentarios de otros poemas, productivizando en su nivel máximo la lectura intratextual.

En definitiva, quien lea este libro, ya sea con fines lúdicos, estéticos, creativos o hermenéuticos, descubrirá preciosas y precisas claves para encontrarse de verdad con este “corresponsal” que desea (para usar palabras del propio poeta) entregarnos telegramas, poemas, noticias, comentarios, de manera muy urgente y claramente muy poco hermética.