La taza de café, la cafetera,
el vapor que mitiga a mi esqueleto,
la obediente sartén, el amuleto
tiznado, la mostaza, la nevera,
el roto lavaplatos, la sopera
pimpante, los melindres del coqueto
jarrón versicolor, el parapeto
de vainilla, azafrán y primavera.
Lugar de integridades: mi albedrío...
Oh dichosa cocina: cuando muera
y mi tiempo – sin tiempo – vibre y crezca,
en ronroneo fiel todo lo mío
claro retorne a tu silvestre estera
y tu vapor – sin fin – lo desvanezca.