El Diario Ilustrado
Santiago de Chile
29 marzo 1952
Un poeta de selección auténtica es David Rosenmann-Taub, cuyo primer libro,Cortejo y Epinicio, lo dio a conocer también a un público selecto.
Al leer Los Surcos Inundados, descubrimos verdaderos secretos de la magia poética de Rosenmann-Taub.
Enfoca los temas con sabiduría exquisita; todo está en su lugar y hasta el juego de palabras y de imágenes era preciso allí donde Rosenmann-Taub lo colocó. Este poeta se dedica íntegramente a su arte, navega en aguas de poesía y antes de salirse de ellas, ciertamente, preferiría perecer ahogado.
La "Creación", el "Alumbramiento" y el "Hijo" integran su "Primera Sonata". Es notable la manera con que el poeta desentraña su poesía: siempre en medio de la vida, nunca olvidando que es hombre que sufre, que canta y llora. El verso toma el sentido de un látigo que castigara al poeta y al lector; se ha derramado la sangre y todo es llanto, mientras la creación se realiza. Ya el hijo viene:
Asoma, rayo de materna luna:
conoce el aire, mueve las entrañas;
manantial esperado, entrega el ronco
bramido: ciega lanza.
["Alumbramiento"]
Horas después, años después, el hijo es
Árbol huracanado, violenta tierra viva:
para tus olas hiende mi corazón la luz;
sea el ímpetu el sueño que te cubra, hijo mío;
yo seré el edredón de la cuesta dormida.
["Hijo"]
El poeta busca ansioso nuevas expresiones, nuevos símbolos, audacias permanentes para hablar al hijo. El triunfo de la vida sobre la muerte está presente en todas sus horas:
Eterno lampo eterno surja para tus ojos;
empuja hacia tu sangre mi sangrienta ternura;
eres la despedida de mis bríos maduros:
como cosecha, hijo, reviviré en tu asombro.
["Hijo"]
Entre los poetas de la novísima generación en nuestras letras, el autor de este libro es, sin duda, de los más serios y originales. Tiene un dominio notable del idioma y de la técnica del verso.
Él tiene el don de la síntesis; sabe mirar y cantar sin apartarse de la tierra, del hombre y de Dios, pero comunicando siempre una visión personal y nueva de la poesía creada y tamizada por su talento y su inspiración.
El lector gozará con el colorido de sus descripciones subjetivas de la tierra y tendrá un ahogo de tristeza imponderable al leer su "Segunda Sonata," en la que evoca la dulce figura del pequeño "dandún". Allí
La sombra de la muerte en el umbral se pára.
Oh dandún, oh dandún, no le mires la cara.
["Abismo"]
Poesía extraña, noble, pura, con la madurez de las espigas que pueden ir al molino, es ésta de Rosenmann-Taub, definitivo valor de nuestra poesía; viva lección para tantos poetas que apenas si alcanzan una caricatura de lo que es la verdadera Poesía, eterna, inactual, presente.