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“Antes que a Luz Trema. Antología Poética de David Rosenmann-Taub”
Selección y traducción de Albano Martins. Introducción de Ana María da Costa Toscano.

Fernando Blanco, Buckner University

VII Congreso Internacional Ceisal 2013 - Memoria, Presente y Porvenir en América Latina - Porto, Portugal, Del 12–15 junio del 2013. Porto.

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Místico, prófugo, hermético, o exiliado son los nombres con los que se busca a Rosenmann-Taub en el paisaje poético chileno. Un poeta que no existe, un mero pseudónimo adiestrado en la matemática del verso, capaz de prodigios en los géneros y el ritmo. Deja Chile, cuando Chile deja de ser Chile en los 70’s  según él mismo declara, arrastrando el presagio que el poderoso crítico chileno, ALONE hiciera a propósito de la publicación en  Cruz del Sur de su primer libro Cortejo y Epinicio en 1950.  “Un astro enteramente nuevo da sus primeras luces,  mezcladas, extrañas, parpadeantes pero ya inconfundibles” y como las estrellas ocultas por el sol del mediodía esperan la tiniebla del anochecer para reaparecer y servir como mapa al extraviado, de igual modo la poesía de Rosenmann-Taub cartografía la tradición lírica en el continente para lectores y escritores presentándosenos hoy en edición cuidada y bilingüe para el público luso-hispano.

Considerado por muchos como uno de los más importantes poetas de la generación del 50, fue no sólo íntimo amigo de Armando Uribe, Miguel Arteche y Guillermo Trejo, sino  también un verdadero prodigio musical ganándose la vida impartiendo lecciones de piano ante la desgracia económica de su familia. Sus dos trabajos principales, Cortejo y Epinicio (1950) y La enredadera del Júbilo (1952) condensan con maestría escritural y artística la ejecución armónica de palabra y sonido para “exponer en una dualidad lo que es la juventud perenne y cómo conservarla” Ensayamos respuestas como preguntas, ¿Es la maestría la juventud necesaria para dominar y desaprender los errores?;  ¿Es el erotismo de la mística, la trascendencia del cuerpo en el espíritu que busca su sosiego en el recuerdo de lo perdido? Aventuro a Cavafis entre sus lecturas a riesgo de equivocarme. Aseguro a Mallarmé en la tensión dialéctica entre el ideal del mundo y la realidad del acontecer sobre la que gira el planetario de su obra.

Hablar de experimentalismo parecería arriesgado y por lo mismo superfluo, pero resulta definitivo en la indagación material del trabajo poético de Rosenmann-Taub. El ritmo es la psiquis en movimiento declarará alguna vez.  Compás transferido de sus estudios musicales a la síncopa poética en una búsqueda que avanza siempre hacia el país de la infancia como quería R. Barthes. Ese espacio irrenunciable de pertenencia a las generaciones anteriores, la de los padres, la de los abuelos. Es la trascendencia imaginaria, el idealismo de una búsqueda que es sed de conocimiento cimentada  en la historia mínima, íntima de los protagonistas de cada época familiar , de cada momento de la existencia en cada uno de los cuales renacer es volver a la primera lengua, la lengua materna, dirá el psicoanálisis.

Su propio hermano, Mauricio, “descubierto” hace poco por la  crítica, poeta también y compositor, y al decir de Antonio Skármeta «Un deslumbrante innovador que juega con sonidos y palabras y les arranca tonos y significados iluminadores.» Nos confirma que lo que se hereda no se hurta.  Les remito a los Retablos de Literatura Chilena en la Universidad de Chile, a cargo del también poeta Javier Bello para aquellos que deseen indagar en la crítica producida alrededor de su obra [1].

El trabajo de Ana María Toscano y Albano Martins en la selección de  los poemas antologados, es justa, sabia y definitiva. Ninguno sobra. Muchos faltan, pero como se dice en mi tierra “nadie los echa de menos”. Setenta son la piezas que Ana María y Albano nos invitan a escuchar mientras leemos.

Acabo de morir: para la tierra soy un recién nacido.

 

17 años tenía cuando se publica el poema El Adolescente (1945) – en la Revista Caballo de Fuego y es definido por Tomás Lago como uno de “los poetas de la claridad” en clara alusión rimbaudiana. Una luminosidad hecha de sonido de ritmo, de escritura de búsqueda, de paso por la tradición en son de ruptura en el que se mezclan fenomenología, matemática y misticismo. Al igual que el colchagüino Mauricio Wacquez en narrativa, Rosenmann-Taub es un escucha, un escriba silencioso al que se le dictan armonías y melodías que luego calcula y ordena en una arquitectura exquisita en analogía universal con las pulsiones de la carne y el exorcismo de la razón. ¿Calcular una estrofa, como Dios calcula sus beldades, con perfidia? Del mismo modo, empujados por la incomodidad radical con sus pares  entran  estos autores en los mundos infantiles, adolescentes y en sus pasiones. En las justas corporales, en los abrazos y desencuentros, en el paisaje del campo que los acoge y templa prestándoles sus colores, sus sabores, sus olores, mientras transcurre la adolescencia cotidiana y nos van transformando en adultos que van a morir como niños plenos.  Pero en este camino es Dios quien dicta sus destinos, dios que se transmuta la carne en verbo, al igual que la escritura de Rosenmann-Taub hace del verbo carne y música. Pero no solo el paisaje de los cuerpos, las pasiones y la tierra lo que les ocupa y hermana, sino el destino de la fe.  La fe, como quería San Anselmo, que debe ser asistida por la razón, y en esta camaradería descubrir algo mayor que no puede ser pensado y nos revele en su impotencia lógica a Dios.  Porque como quería Vico es “ la lógica poética la que permite el comportamiento simbólico humano” y el trabajo lírico de Rosenmann-Taub es prueba de la capacidad infinita del homo poeticus, si se me permite siguiendo a Vico la comparación [2].

Dice Vico “los hombres primeramente sienten sin advertir,  luego sienten con ánimo perturbado y conmovido” y estos dos principios están a la base del prpyecto escritural de Rosenmann-Taub cimentado su modelo congnitivo de ideación y reflexión.

Coincido como salida a la paradoja del “argumento ontológico” con lo señalado por Naín Nómez respecto de la tercera de las matrices de la obra del poeta chileno desde el contenido es “la búsqueda reiterada de una trascendencia que se despliega en la memoria como una ampliación del territorio de la vida” [3]. El recuerdo en Rosenmann-Taub es detonante y materia de la reflexión pues no se puede volver sobre la experiencia sino es de un modo memorable. El tiempo y la metáfora son el canon que moldea el pensamiento simbólico sobre el mundo,  son el mundo.  Un mundo común que compartimos  en tanto todos “somos humanos, con un tronco, cabeza y piernas” y vamos a morir. Un sistema de agonías el de Rosenmann-Taub que conoce bien tanto en las formas que le presta  la  fantasía como en los contenidos que subvierte  el ingenio del poeta y cuyo objeto es demorar el paraíso perdido, redimido por el poeta-niño moribundo.

La poética de Rosenmann-Taub pergeña el ancestral convencimiento de que la música de las esferas se materializa en la poesía por medio del sensorium corporal para constituir pensamiento. Savia y sangre en la que la conciencia circula como una energía renovada a través de la reflexión memoriosa sobre las cosas. Artificio barroco de redisponer los ecos del recuerdo coloreados con los sonidos del pensamiento. La mente es pentagrama y las notas imágenes. Y como quería Newton, esta información provista por la conciencia en acto de conocer permite en su organización interna predecir fenómenos. Adelantar la muerte en un presente que no termina de pasar. Un cometa cruza exacto por la bóveda celeste es el propio libro que se reescribe una y otra vez, como acontece con Cortejo y Epinicio.  Es el tiempo recobrado en el poema.

Discurrí cuando niño: «Soy poeta.
Mi semen: el rocío.
Mi pasión: el impulso de la hierba.»
Cuando poeta discurrí: «Soy niño.»

Su erotismo es ambiguo, como lo es toda pasión humana. Del mismo modo que el metro utilizado, sus ritmos y rimas. Y es que su poesía es ajuste de cuentas entre el carnal impulso y la observancia mística. El universo adquiere la medida de un beso.  Lo contiene un abrazo, pero no lo explica. Esa es la labor del poeta. Cierto nudo barroco lo delimita. Conoce la tradición y la usa a su antojo. Como nuestro Matta, la lógica del universo se materializa, no en colores y volumenes macroscópicos, sino en en sendos soligismos.

 

He colocado besos en tus sienes.
Tus hombros, envidiosos, desfallecen.
Neptunos de perfume entre tus frutas.
Los paladeo, porque no me gustan.

o

Si te recibo con los brazos cerrados,
truncas tus párpados.

Si me recibes con los brazos cerrados,
trunco mis brazos.

Mi conflicto:
devorarte los párpados.

Tu mandato:
recibir mi conflicto.

¡Devórame los brazos!

O en pequeñas miniaturas de otros mundos, como en el Oriente de este poema breve:

Taciturnas,
desnudas,
dos cuchillas,
de lobreguez legítima,
se afilan.

Pre-decir es la poesía en Rosenmann-Taub.  Como el místico oye a Dios y lo transmuta en palabras; un Pitágoras chileno polaco en el Sur- quien no ha sido devorado por esos cielos a estrella abierta- convoca la música celeste en armonía universal para traducirla en simetrías como matriz de sus poemas. Hace unos años se ha descubierto que la atmósfera del Sol emite realmente sonidos ultrasónicos y que interpreta una partitura formada por ondas que son aproximadamente 300 veces más graves que los tonos que pueda captar el oído humano. Hace más de medio siglo Rosenmann-Taub ya escribía desde la bóveda celeste para apostrofar a la muerte de todos y cada uno y dejarnos seguir muriendo de memoria.

Todos llevamos el cadáver de nuestro pasado.
Ser mañana me exige morir hoy.

 

Porto, 2013.

Notas

[1] http://www.rosenmann-taub.uchile.cl/

[2] http://institucional.us.es/cuadernosvico/uploads/11y12/danesi.pdf. Consultado en mayo 30 de 2013.

[3] http://www.rosenmann-taub.uchile.cl/estudios/nain-nomez.html