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Ciudad de México
14 mayo 2005

“Vine al mundo a aprender.”
Rosenmann-Taub

por Laura Castellanos

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Ciudad de México - El poeta chileno David Rosenmann-Taub es considerado un mito viviente. Vive en Estados Unidos alejado de los reflectores; es un enigma, como su poesía. En Chile circula ya su último libro publicado: País más allá (LOM, 2004).

¿El poeta nace o se hace?

“En mi experiencia, el poeta nace. Pero eso no basta. Una chispa es frágil: hay que cuidarla”, precisa Rosenmann-Taub, quien dictó sus primeros poemas y aprendió a tocar piano a los dos años, y quien planea publicar su libro inédito Opus Uno, con poemas que compuso desde los dos hasta los 14 años de edad.

Su poesía, considerada críptica, fue forjada en su infancia. Cuando nació, el 3 de mayo de 1927 en Santiago de Chile, su familia, de origen polaco: Manuel Rosenmann, políglota y lector literario, y Dora Taub, pianista, le infundió la pasión por el arte.

Su niñez y los recuerdos familiares están presentes a lo largo de su trabajo artístico, tanto en su primer libro publicado, Cortejo y Epinicio, escrito en los recreos escolares, como en País más allá, donde funde su infancia con la de sus padres y la de sus abuelos.

¿Qué marca dejaron su madre y su padre en su poesía?

He sido muy afortunado. Sin la experiencia de mi padre y de mi madre, no existo. Eran constante poesía en acción. No hablaban innecesariamente: he podido constatar, con los años, que conmigo siempre hablaron con certeza. No puedo decirle que recuerdo a mis padres, así como no recuerdo mis brazos. Me considero la expresión de ellos: su testimonio. Eran una lección de no-prejuicio. Pero mi padre me advirtió: “Por suerte y por desgracia, algunos prejuicios son correctos, así que no tengas prejuicio contra los prejuicios. Escúchalos y revísalos”.

Desde su niñez, Rosenmann-Taub fusionó su poesía con la música, "como la fusión entre la carne y los huesos", dice. Considera que un poema no sólo se expresa de forma escrita, sino plástica, sonora, o musicalmente, por lo que suele elaborar partituras de sus poemas o hacer poemas pianísticos.

Era yo Dios y caminaba sin saberlo./ Eras oh, tú, mi huerto, Dios y yo te amaba, escribió a los 12 años el poeta, calificado por sus críticos de místico.

En su adolescencia estudió español en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, donde también tomó cursos de ciencia e idiomas y dio lecciones de piano y literatura para contribuir al sustento familiar.

“¿Qué función tiene la conciencia, si no tenemos curiosidad: lo que llamamos necesidad de conocimiento científico? El punto es absorber la experiencia. El arte es muy importante, pero es nada comparado a la experiencia inmediata. No me dan inspiración los textos o pinturas o músicas de otros; lo que me inspira es mi experiencia. La obra de los otros me puede complacer, si reconozco proximidad o afinidad con algo que estaba buscando y que puede estar allí más avanzado o más atrasado. Si no está en mi experiencia, todo eso tiene un valor muy dudoso para mí”.

¿Qué es un poema?

“En un sentido literario: expresar, con exactitud, en su particular ritmo, un conocimiento que me consta. Me sirvo de lo visible para alcanzar lo invisible. Yo desnudo mi pensar. En un sentido trascendente, un poema es un objeto, o un acto, bien hecho, útil y, por supuesto, positivo.”

Usted ha dicho que vivir es un desafío. ¿Escribir poesía también lo es?

“Decir la verdad con precisión, con certeza, no mentir, como en una investigación científica que ha llegado hasta sus últimas consecuencias: eso es un desafío. Aceptar el desafío es el real desafío. No veo diferencia entre ciencia y poesía. La función del arte es expresar un conocimiento del modo más exacto posible; de lo contrario no tiene función, ni destino. He venido al mundo a aprender. Si no aprendo, soy menos que nada: asesino mi tiempo. Una cosa es saber una verdad, que ya es mucho, casi una utopía y, a veces, una utopía completa. Expresarla constituye el ámbito de la verdadera poesía.”

Para Rosenmann-Taub, 1973 estuvo marcado por la fatalidad. Al golpe de Estado contra Salvador Allende se sumó el hecho de que se le robara casi todo su material poético (más de 5 mil páginas).

Si bien no se explaya sobre su experiencia bajo la dictadura de Pinochet, el poeta sí exige castigo para "los autores y los responsables de los horrores que presencié durante el tiempo que me tocó estar en Chile en esa época.

El también autor de Los surcos inundados y Los despojos del sol: Ananda primera, emigró hace 20 años a Estados Unidos, pero niega su calidad de emigrante.

“La Tierra es una casa. Vivimos en una casa redonda. Ahora estoy en el comedor, más tarde estaré en el dormitorio. ¿Emigré del comedor al dormitorio? Estoy en la Tierra. No he emigrado.”

Usted ha dicho que escribir y pensar en lectores es traicionarse. ¿Para quién escribe?

“Dígale lo mismo a un hombre de ciencia: '¿Para quiénes hace usted la investigación?'. Cuando una mujer da a luz, ¿lo hace para la sociedad? De igual modo, un artista da a luz su obra. Cuando escribo, pienso en un lector, yo, que no tiene tiempo para perder tiempo.”

¿Por qué es tan difícil tener acceso a usted?

“Si yo fuera médico y tuviera muchos pacientes que están delicados y que me necesitan con urgencia, me preguntaría: ' ¿Por qué es tan difícil tener acceso a usted?'. Cuando tenemos acceso a una persona que se dedica seriamente a una actividad, siempre la interrumpimos.”

¿Qué le hace feliz? ¿Qué lo horroriza?

“Dos contrastantes preguntas. Nacer y estar consciente es estar feliz, sí, de suceder. Para poder estar feliz hay que olvidar el horror. Y, al sufrir el horror, intentar retener la felicidad. ¿Ser feliz hoy, habiendo experimentado un horror ayer? Felicidad y horror son, en la práctica, simultáneos. La única felicidad que podemos tener es una horrenda felicidad: la de saber algo, si es que se puede saber algo. Experimentar un horror, entrar en la profundidad mayor de ese horror, es la felicidad de saber”.

Rosenmann-Taub asegura conocer mucho de México, "pero no su territorio"; califica de actual la obra de Alfonso Reyes, Mariano Azuela, Nezahualcóyotl, y ha impartido conferencias sobre Sor Juana Inés de la Cruz.

“Juana Inés de la Cruz es uno de los mejores autores de Hispanoamérica. Ella imita formalmente a Góngora, pero su dirección es otra en Primero sueño. Góngora pretende plasticidad: el movimiento estático de la naturaleza: crear un cuadro por medio de palabras. Juana Inés de la Cruz pretende un cuadro conceptual. La imitación es estilística, no de contenido. Ella es la continuadora de la cultura mexicana casi demolida por la Conquista.”

A Rosenmann-Taub le gustaría que su poesía fuera publicada en México. Por ahora, puede solicitarse por internet a la editorial Lom www.lom.cl, o leerse en la página www.davidronsenmann taub.com. Desde el 2000, la fundación Corda, sin fines de lucro, se dedica a preservar y a difundir su obra.

“Publicar una obra es protegerla. Asocio México con Juana Inés de la Cruz. Me satisface ser publicado en el lugar donde ella vivió. Primero sueño empezó a ser apreciado por Vossler y Pfandl en el siglo 20. Y la publicación de toda su obra se debe, especialmente, a los esfuerzos de Alfonso Méndez Plancarte. La evaluación de la trascendencia de Primero sueño dista mucho todavía de lo que merece. ¿Usted diría que esta obra es sólo para iniciados?”

Rosenmann-Taub prepara actualmente la grabación de la lectura de País más allá y revisa sus libros Poesiectomía, que será publicado este año por Lom, y En un lugar de la sangre.

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