Es un claro de luna desmoronado, ciego,
que lóbregos estambres enarbola; es un claro
de luna en la pared del comedor, y avanza,
por garras de candor, las alas a la rastra.
Bajel de inmensidad, todo gris ligereza,
con indolencia gris te amustias y tu vuelo,
rezongando, rebota.
Las bandejas se apartan de tus torcidos mimbres:
te mastica la sombra:
a las sillas recorre
un conventual chirrido, la alcuza tintinea
roncamente en el trinche,
las servilletas gritan, se funden los rincones.
Es un luto estridente, es un lamento eterno
de cucharas, manteles, platos, saleros, vasos;
es un claro de luna desmoronado, ciego,
que lóbregos estambres enarbola; es un claro
de luna en la pared del comedor, y avanza,
por garras de candor, las alas a la rastra.