El poeta chileno radicado en Estados Unidos explica por qué reescribió su premiado libro de 1951, “Los Surcos Inundados”.
Alone y Armando Uribe son dos de los fieles lectores que conquistó David Rosenmann-Taub con su primera publicación, “Cortejo y Epinicio” [1949]. Su entusiasmo no decayó ni siquiera en los perídos de silencio creativo, al menos público, del escritor.
Aunque Rosenmann-Taub se radicó en Estados Unidos en 1985, se reconectó con Chile a partir de 2002, cuando su obra empezó a ser publicada por LOM Ediciones, que acaba de lanzar un nuevo volumen del vate. Se trata de “Los Surcos Inundados”, ganador del Premio Municipal de Poesía 1951, y que Rosenmann-Taub reescribió. “El arte, al menos, tiene la posibilidad de crear para que la obra permanezca. Un artista hace lo mejor de lo mejor. Necesita revisar lo hecho para ser fiel a so propósito. Lo que yo quería ya estaba en mi cabeza; pero expresar, con exactitud, mediante el lenguaje, es una larga labor”, señala el artista.
¿Qué espera del lector?
“La obra de arte es tan importante como su espectador. Un espectador que sabe ver es tan artista como el artista. El lector que sabe leer no es meno que al autor. Se produce un punto de contacto: un acuerdo, una manera de volverese uno: el espectador-auditor-lector y la obra. Una cosa es escribir con arte y otra es leer con arte”.
“El libro empieza con usa sonata y termina con otra. La primera es toda la dicha de crear un hijo y poder sostenerlo. La segunda expresa el dolor de perdor el hijo que has creado y que no podrás nunca dejar de amar: lo que traté de hacer de came y hueso, ahora está hecho de sombra”, confidencia el poeta.
Con la distancia de estos 63 años, ¿sigue pensando que no hat misticismo en estos doce poemas?
“El término ‘místico’ se ha retorcido tanto. Prácticamente no me dice nada. Pero en este libro está enfrenteda la posibilidad de que el mundo fuera diferente; se alude con ataque, con rechazo, al hecho de que todos venimos para morir y podemos morir en cualquier momento. La acusación de que hay algo mal hecho en la Crteación podría ser considerada mística. También hay en el libro manifestación de lo positivo, pero, tal como se vive, pierde sentido la vida. Conduce a preguntar ¿por qué nací, por qué existo, por por qué tengo esto que llamamos conciencia?”.
“Esto no está relacionado con ninguna experiencia estética; sino con una experiencia espantosa. ¿Cuando se va a conformar? Nunca”, dice Rosenmann-Taub sobre “Abismo”, segundo movimiento de la última sonata del libro.