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Écoutez l’auteur.
  El grato paragüero: mi tren, y las tarjetas:
  boletos de mi tren: qué de estaciones:
  el espacio ladrón se disipó;
  en mis cuencas del nicho la humedad
  ha agolpado sus lágrimas;
  contaré las tarjetas: me falta una rosada:
  mi tarjeta, yo quiero
  mi tarjeta; ¿por qué tiemblan los muebles?;
  mamá, ¿me besarás, si me voy a acostar?:
  buenas noches, mamá: grandes, tus brazos;
  ¿por qué tiemblan los muebles?, ¿y esa mano violácea
  que por el tragaluz
  asoma?,
  ¿y ese pincel de zuecos, mamá, ese estiramiento?,
  y esa mano hurga encima del diván, hurga encima
  del mármol de la cómoda,
  encima del espejo:
  pulida, enmarañada, en el rincón,
  se parece a la casa donde duerme la abuela;
  ¿no te arreglas,
  mamá?: ¿debo marcharme
  solo?:
  ¿será viaje o sorpresa?; 
  mamá, ¿sabes?, se ha ido
  la mano;
  ¿tú,
  mamá, permitirás que salga
  a conquistar veredas?,
  ¿te enojarás?: me enrisco quietecito;
  pero no llores, no: mira, ven pronto a verme,
  sin traerme magnolias, como a la abuela; tráeme
  las tarjetas: rezuman
  dentro del paragüero;
  y entrégame tu beso, aunque sea de lejos;
  entrégame tus brazos, aunque sea de lejos;
  calígine, dichoso,
  estrecho tu ternura,
  y no llores, no llores: estoy bien abrigado.